Match Point de Woody Allen

Ambición, suerte, pasión... en mi opinión, las tres palabras que mejor resumen esta película de Woody Allen, que ayer tuve la oportunidad de ver por segunda vez. Y, por segunda vez, me volví a sumergir en la pasión incontrolada que sienten los dos protagonistas el uno por el otro desde el mismo momento en el que se cruzan sus miradas.

Nola: -Bien..¿Quién es mi próxima víctima?¿Tú?
Chris: -Hace mucho tiempo que no juego al ping pong.
Nola: -¿Quieres jugar a 1000 libras el partido?
Chris: - ¿En dónde me he metido?
Nola: - ¿Y en dónde me he metido yo?
Chris: -(sonríe) Es así...¿me permites?..(le coge de la mano y la raqueta)
Nola: -Por favor...
Chris: -(le sostiene la mano) Hay que inclinarse y acompañar la pelota...

Nola: -Me iba bastante bien hasta que has aparecido tú.
Chris: -Ahh, mi eterno destino.
Y dime, ¿ Qué hace una preciosa americanita jugadora de ping-pong mezclada con la clase alta inglesa?
Nola: -(enciende un cigarillo) ¿Te han dicho alguna vez que tienes un juego muy agresivo?
Chris: - (sonríe) ¿Te han dicho alguna vez que tienes una boca muy sensual?

Nola: -De lo más agresivo...

Esta conversación entre los dos protagonistas resulta de lo más estimulante ya que se sienten irremediablemente atraídos el uno por el otro, el deseo se palpa en el ambiente y ambos son perfectamente conscientes de ello, sin embargo, debido a las circunstancias, tienen que contener su deseo, lo que hace que la situación sea aun más erótica. Lo prohibido suele resultar más deseable.

Siempre he creído que el amor a primera vista no existe, pero, ¿la pasión a primera vista? Eso es otro cantar.. La pasión o surge a primera vista o probablemente, ya no surgirá nunca mas, al menos, no como una pasión irrefrenable, en la que dos personas (al igual que Nola y Chris) se miran a los ojos desde el primer momento en el que se ven y sienten unas ganas incontrolables de besarse, tocarse, acariciarse... Esa pasión que, cuando surge, te invade de tal manera que, por muy incorrecto que sea sentirla y por mucho que luches contra ella, no podrás escapar del deseo de sumergirte en ella y dejarte llevar de una manera incontrolada y salvaje.

A esta profunda atracción, súmale una situación prohibida, (ya que en el momento en el que los protagonistas se conocen, son, ni más ni menos, que cuñados) y... voilá! Tenemos una auténtica bomba de relojería de pasión y deseo. Evidentemente, esta bomba en algún momento tenia que explotar.

                               

Nola: -He estado angustiada, quería estar a solas...
Chris: -No quiero molestarte.
Nola: -Necesito una copa.
Chris: -Me gustas cuando bebes, te vuelves coqueta...
Nola: -¿En serio?
Chris: -Sí, y segura.
Nola: - No creo que hayas hecho bien siguiéndome hasta aquí.
Chris: -¿Te sientes culpable?
Nola: -¿Y tú?
(se besan)
Nola: -No podemos hacer esto.
Chris: -Ya lo sé.
Nola: -Esto no lleva a ningún sitio.

Y, entonces, en medio de una incesante lluvia, se dejan llevar por la pasión y consuman su deseo, ajenos a esa incesante lluvia, ajenos a lo qué es correcto o incorrecto, ajenos a lo que se considera moral o inmoral, ajenos a todo...Y, admitámoslo, ¿quién no siente cierta envidia por los protagonistas en esta escena?

Pero, ¿qué es más fuerte la pasión o la ambición? Tengo la sensación de que esa es la pregunta que ronda por la cabeza del protagonista a lo largo de todo el film. El protagonista parece tener muy claros sus objetivos y prioridades desde el comienzo de la película, sin embargo, ¿cómo resistirse al tentador susurro de la pasión?







Jonathan Rhys Meyers, hace un gran trabajo en este film ya que consigue, a través de su mirada, transmitirnos esa dicotomía interior entre ambición y pasión que le vuelve loco. Intenso y frío a la vez, es un personaje que sorprende y te deja perpleja en varias escenas de la película


Scarlett Johansson, también encarna a la perfección su personaje, una mujer llena de contradicciones: fría y pasional, segura e insegura, fuerte y frágil...

Por último, la pelicula nos ofrece una interesante reflexión sobre la suerte y la importancia que tiene esta en la vida. Woody Allen siempre nos obsequia con reflexiones de este tipo. Y, esta en particular, me resulta de lo más interesante ya que la sociedad nos vende la idea de que el más trabajador y constante será quién logre mayores éxitos. Allen, sin embargo, nos escupe a la cara esta gran verdad, el importante papel del factor suerte en todos los aspectos de nuestras vidas.







"Aquél que dijo "más vale tener suerte que talento", conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte, asusta pensar cuántas cosas escapan a nuestro control."

No hay comentarios:

Publicar un comentario