Crítica "Her" de Spike Jonze

El argumento de Her resulta, como poco, sorprendente ya que es una película que gira en torno a la relacion amorosa entre un hombre y su sistema operativo (sí, has leído bien). Claro que para quien conozca la filmografía de Spike Jonze quizás no sea tan sorprendente, ya que este director neoyorkino tiene en su haber películas tan bizarras como la surrealista "Cómo ser John Malkovich".

Pero no vamos a ser tan simplistas. Detrás de este peculiar argumento se esconden unas cuantas reflexiones. La primera de ellas, una reflexión sobre un sentimiento tan desolador y aterrador como la soledad. El personaje principal, Theodore, encarnado por el actor Joaquin Phoenix, acaba de sufrir una ruptura sentimental y todo lo que hay en él, su mirada, su voz, sus largos paseos a solas, nos transmite la profunda tristeza en la que se ve sumido el protagonista. Presenciamos varios intentos, algunos un tanto desesperados, por superar esa soledad buscando la compañía de otras personas, sin ningún éxito. Hasta que un día, decide adquirir el ultimísimo modelo de sistema operativo; con una voz humana, autonomía e incluso inteligencia. Y, por supuesto, ante la pregunta de si desea un sistema operativo masculino o femenino (him or her), Theodore, empujado por el anhelo de una compañía femenina, opta por esta última. Lo que seguramente no sospechaba cuando hizo esta elección es que acabaría enamorándose de su sistema operativo, manteniendo una relación amorosa e incluso manteniendo relaciones sexuales con ella.



Y entonces, se marchó... La profunda soledad de Theodore, se marchó. Llegados a este punto, se suceden una serie de escenas en las que contemplamos al protagonista disfrutando de diferentes actividades junto a su querida Samantha, la sistema operativo de sus ojos. Y ahí está Theodore, rodeado de humanos a los que ignora totalmente para poder disfrutar de la compañía de su amante virtual, haciendo caso omiso a las posibilidades de tener una historia de amor con una mujer real que tiene muy cerca y con la que parece tener muchas cosas en común. Sin embargo, ambos se abrigan en el calor de sus sistemas operativos, siempre disponibles, dispuestos a escuchar, comprensivos, más humamos que muchos de nosotros. Entonces, es cuando Jonze nos invita a hacer una segunda reflexión en torno a la deshumanización de la humanidad.

¿Acaso una máquina podría llegar a ser más humana que nosotros mismos? ¿Acaso los humanos podríamos estar más "programados" que las máquinas? ¿En qué nos estamos convirtiendo? Quizás parezca que me estoy poniendo algo dramática pero la realidad es que vivimos en un mundo en el que nos cruzamos con decenas de personas al día a las que ni siquiera miramos a los ojos, nos cruzamos con el vecino en un lugar diferente y no le saludamos, estamos rodeados de amigos a los que ignoramos para hablar por el móvil, mandar un whatsapp o jugar con la nueva aplicación que nos hemos descargado. ¿Hasta dónde va a llegar esto? En un contexto como en el que vivimos, no me parece una idea tan descabellada la de Jonze.

Como reflexión final, os invito (si es que alguien lee esto) a que apaguéis el ordenador, desconectéis el móvil, salgáis a la calle, y habléis con vuestros amigos, con los amigos de vuestros amigos, con el vecino del quinto, con una desconocida... Como decía aquel anuncio y, aunque a veces cueste creerlo, el ser humano puede ser extraordinario. Sigamos siéndolo.




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